Tuesday, April 27, 2021

Sobre Lobos y Monedas


Los primeros banqueros y algunos defraudadores fueron herreros. Las noticias más antiguas que tenemos sobre el uso de monedas se remontan a las jóvenes de Lidia en la actual Turquía, quienes en el siglo VII AC se dotaban de monedas de oro y plata o de una aleación de ambos metales llamada electrum. ¿Y cómo las obtenían? Según relata Herodoto el primer sistema monetario del que tenemos memoria se fundó sobre la prostitution. El oficio como fuente de riqueza. El lobo asiático es el animal emblemático de Turquía y ahí, veintiocho siglos después del reino de Lidia un empresario turco habilitó hace no mucho tiempo un sitio  llamado Thodex para operar con criptomonedas.

El dinero es una conveniencia muy antigua pero su aceptación generalizada es un asunto más reciente según nos relata John Kenneth Galbraith en su libro “El Dinero.” No siempre fue bien visto el intercambio de mercancías por metales. Eric Roll en su obra “Historia de las Doctrinas Económicas” da cuenta de la divergencia entre Platón y Aristóteles. Mientras el primero vio con recelo el uso del dinero, no porque éste fuera malo en sí, sino por la tendencia del ser humano a la corrupción, Aristóteles consideró al metálico un medio más oportuno que el trueque. En lo que ambos estuvieron de acuerdo fue en condenar su reproducción artificial, es decir, el préstamo con intereses. Fue una discusión de enorme trascendencia ya que el uso del dinero durante el Imperio Romano y la Edad Media dio paso a los grandes bancos del renacimiento y su acumulación desmedida normalizó el préstamo y el interés. Ningún banquero de la edad moderna, ni John Pierpont Morgan ni la familia Rothschild vieron tanta fortuna como los Medici en la Florencia renacentista.

Fue cuestión de tiempo para que el dinero metálico engendrara al papel moneda. Los herreros recibían metal precioso para dividirlo en piezas o acuñar monedas, pero más de una vez el trabajo no se concluía a tiempo y ante la urgencia, el artesano tenía que expedir billetes garantizando la existencia del metal. Gradualmente estos billetes se aceptaron en el comercio  y pasaban de mano en mano por largos periodos de tiempo generando un periodo de bonanza. Esto se prestó por supuesto a los primeros fraudes de la historia cuando algún comerciante desconfiado o un tenedor del billete acudía al taller a retirar el oro o la plata sólo para comprobar que el establecimiento había desaparecido. La tendencia del hombre a la corrupción está en su naturaleza, Platón nos lo había advertido. 

Hoy, con el respaldo de los Bancos Centrales el papel moneda es una cosa ampliamente aceptada. El dinero además de ser un medio de cambio también es una reserva de valor. Generaciones han utilizado sin contratiempo los cheques, las tarjetas de débito y las de crédito así como las transferencias bancarias. Incluso depositamos nuestro dinero en complejos sistemas electrónicos que operan con valores, acciones, otras monedas y derivados financieros. Todos los sistemas se han prestado para grandes estafas.  

Regresamos a Turquía con las criptomonedas y el primer gran fiasco de éste novedoso sistema. Según Economipedia “estas divisas utilizan la criptografía para proporcionar un sistema de pago seguro. Estas técnicas de cifrado sirven para regular la generación de unidades monetarias y verificar la transferencia de fondos. No necesitan de un Banco Central o institución que las controle.” El precio de estos instrumentos como todas las demás monedas está sujeto a la fluctuación de la oferta y demanda. Se utilizan desde 2009 que se creó el Bitcoin y su precio ha subido desde los 0.01 dólares por unidad hasta 50,000 dólares por Bitcoin. El incremento porcentual es de vértigo.

Esta semana trascendió que al estilo de los viejos artesanos el sitio Thodex cerró inesperadamente, su fundador huyó a Albania dejando a miles de inversionistas colgados por un monto que se estima entre dos mil y diez mil millones de dólares. Por lo pronto sabemos que el dinero empezó con las jóvenes de Lidia en Turquía y 2,800 años después tenemos ahí el aullido de una estafa. La historia del dinero enseña mucho, nosotros no hemos aprendido.

Agradezco a Jorge Heredia por sus invaluables comentarios.

Guadalajara, Jalisco a 28 de abril de 2021.

Wednesday, April 14, 2021

Madoff el Águila Cruel


Jimy Cruz. 

Ha muerto Bernie Madoff, “el mayor estafador de la historia” y creador del esquema ponzi más grande del mundo. Pero ¿Qué es un esquema Ponzi? Es un sistema en el que personas con muy pocos escrúpulos se hacen pasar por financieros captando dinero de inversionistas y ahorradores ingenuos con la promesa de otorgar rendimientos altos en muy poco tiempo. ¿Cómo lo logran? Es vulgarmente sencillo, lo hacen tomando dinero de los ahorradores para pagar altos intereses a los inversionistas que entraron primero.

Así crean la falsa percepción de que son genios financieros y como la economía es la ciencia de las expectativas cada vez más ahorradores quieren invertir creando así una gran burbuja, bola de nieve, pirámide o como se le quiera llamar, ya que invariablemente llega un momento en que no hay dinero suficiente para pagarle a todos.

El esquema ponzi es una de las estrategias más antiguas para timar a la gente y su ciclo está perfectamente estudiado por la economía. Lo intrigante es que su etapa “inicial” puede ser de largo aliento. Mientras no revienta la burbuja estos personajes se pasean por los círculos de la élite empresarial y de negocios como grandes gurús creadores de abundancia. Bernie poseía propiedades en Nueva York, islas privadas y jets de primera línea. Se movía en el exclusivo circulo de los judíos ricos de Estados Unidos.

Cuando salió a la luz - denunciado de hecho por dos de sus hijos - que Madoff manejaba el esquema ponzi más grande del mundo solo se pudo rescatar de la sociedad Bernard Madoff  Investment Securities 13 mil millones de dólares pero los estados de cuenta de sus inversionistas mostraban pasivos por más de 60 mil millones de dólares. ¿Quienes cayeron en la trampa? Desde actores, empresarios, financieros e incluso otros bancos, mostrando así que la ambición no sólo deslumbra a los ingenuos sino también a los expertos. ¿Cuántos estafadores y esquemas ponzi hay actualmente operando impunemente en el mercado? Seguramente muchos, lo cual también pone en evidencia a los órganos reguladores que deberían detectar e impedir el funcionamiento de instituciones financieras fraudulentas.

En el proceso Madoff se llevó entre los pies a lo más valioso que puede tener un hombre, la familia. La esposa fue acusada por cómplice y sus dos hijos quienes trabajaban con él pero no tuvieron nada que ver con la estafa murieron de forma trágica. El mayor de ellos seguramente excluido y señalado por la quisquillosa sociedad neoyorquina se quitó la vida en casa. El menor enfermó y falleció de cáncer.

Carlos Marx escribió que el dinero es uno de los alienantes de la sociedad capitalista. Si el dinero fuera una religión las sucursales bancarias serían sus centros de culto y los financieros y economistas sus sacerdotes. El amor al dinero es una pasión violenta. Aquellos abnegados ahorradores que perdieron millones de dólares ya pueden colgar su estado de cuenta en alguna parte mientras rezan: Madoff águila cruel, que comes oro y defecas papel.

Guadalajara, Jalisco. 15 de abril de 2021. 

*Jimy Cruz es economista por la Universidad Autónoma Metropolitana. Cuenta con estudios de valuación de negocios por la London School of Economics and Political Science y concluyó la Maestría en Filosofía por el ITESO Universidad Jesuita de Guadalajara. Se desempeña como asesor de empresas y de Gobierno. 

Saturday, March 6, 2021

El pensamiento alemán de Kant a Heidegger

 


La transvaloracion de los valores... 


Cuando los griegos eran la cúspide del pensamiento occidental las tierras germánicas estaban invadidas por bárbaros. La dialéctica o la historia ha querido que 25 siglos después sea prácticamente a la inversa. Desde el siglo XVIII Alemania ha estado en la vanguardia del pensamiento filosófico occidental (junto con un puñado de países) y Grecia tiene varios siglos sumergida en una crisis económica, intelectual y social que dejaría pálidos a los filósofos de la época clásica. 


De ahí la importancia del pensamiento alemán y del libro que hoy me ocupa (foto). Lo leí recientemente así que me permito retomar un breve párrafo que escribí hace unas semanas a propósito de este texto: 


Para F. Nietzsche el cristianismo (y su versión política el marxismo) se inscriben en la tradición de la inversión dialéctica o transvaloración de los valores morales. Es decir, si ser rico, poderoso, fuerte, bello y noble eran  originalmente valores positivos y sinónimo de lo bueno, el cristianismo (y el marxismo) convierten esos valores - mediante una lógica perversa - en sinónimo de maldad transformando así al pobre, al débil, al marginado, al plebeyo, a los indigentes, los enfermos, los deformes y en general al bajo pueblo derrotado en sinónimo de lo moralmente bueno. Dicho de esta manera, el cristianismo (y el marxismo) serian la expresión más acabada de la filosofía de los derrotados, de los débiles y de los condenados al fracaso, una filosofía adaptada para pequeñas bestias que se juntan para darse calor y lamerse sus heridas. El cristianismo es solo para él la forma más poderosa de algo más general: “la moral de los esclavos.” F. Nietzsche sospecha que el cristianismo se origina en una filosofía desarrollada como respuesta de los judíos al imperio que los había conquistado, el Romano. Lo que no pudieron ganar en la guerra lo han ganado en las iglesias, por ello el cristianismo es también una filosofía de la impotencia. El objetivo cumplido (teleología) de esta filosofía se comprueba en el hecho de que tras algunos siglos de cristianismo el imperio Romano - anteriormente todopoderoso sobre la faz de la tierra  - finalmente es derrotado por la creencia y la tradición judeocristiana la cual llega a extenderse más allá de los confines del imperio, tanto así que en cualquier lugar de la tierra donde haya una iglesia o un altar todos terminan inclinados ante tres judíos y una judía: Jesús de Nazaret, el pescador Pedro, el fabricante de alfombras Pablo, y Maria, la madre de Jesús. ¿A quién se le pueden ocurrir semejantes atrocidades? ¡Solo a un monstruo, eso fue F. Nietzsche! 


[Colomer, Eusebi, “El pensamiento alemán de Kant a Heidegger” Herder, Barcelona, 2000]


Sunday, February 28, 2021

El Dinero


La historia del dinero nos enseña que nos enseña mucho. ¿Como llegamos a considerar un simple pedazo de metal como algo que tiene un valor intrínseco? ¿Fue el dinero en su origen sólo una utilidad práctica para facilitar el pago de los servicios que proporcionaban las hermosas mujeres de Lidia a los marineros ansiosos de favores sexuales? ¿Qué nos enseña propiamente la historia del dinero? ¿Por qué vemos al mismo hombre que tiene dinero de manera muy distinta cuando no lo tiene? ¿Como nos vemos a nosotros mismos y cuál es nuestra actitud más corriente hacia el dinero? ¿Como pasamos del uso de los metales al billete? ¿Y qué diría John K. Galbraith si descubriera que ahora lo que predomina es el dinero electrónico y sus múltiples formas en transferencias bancarias, tarjetas y criptomonedas? Por lo pronto diré que la historia del dinero es algo fantásticamente sencillo y simple de entender, algo tan vulgar que nos sorprenderíamos si un economista nos lo explica con palabras sencillas (precisamente en la lectura de este libro comprendí que los economistas somos  profesionales que complicamos  innecesariamente la explicación de fenómenos tan sencillos como el origen y el uso del dinero). Después de leer este libro (en mis tiempos universitarios) me quedó muy claro que el mercado de nuestros días se ha convertido en una especie de religión, con su cofradía de sacerdotes (los economistas y los financieros), con una extensa red de iglesias y lugares de culto (las sucursales bancarias) y un Dios tan terrenal y corriente que quizá odiaríamos si descubrimos su esencia elemental: “El dinero.” 


[Kenneth Galbraith, John, “El dinero” ediciones Orbis, Barcelona, 1988]

Sunday, February 21, 2021

Sor Juana o las Trampas de la Fe.



¿Era Juana Ramirez una pensadora de vanguardia en un mundo intelectual dominado por machos, una cortesana dócil y apologética del sistema vigente en el virreinato de la Nueva España? 


¿Fuimos como proyecto durante la colonia el ejemplo mejor acabado de la contrarreforma, el barroco literario, arquitectónico, legal y político que nos embarga y nos persigue - nos abruma - hasta el día de hoy? 


¿Qué somos, una República mestiza, indígena, de élites extranjeras, es nuestra historia tan fragmentada y accidentada como nuestra geografía? ¿Era Juana Ramirez integrante de una secta de iluminados tan antigua como los escritos de Hermes Trismegisto? 


¿Ocultaba Juana Ramirez detrás de su poética barroca un profundo pensamiento filosófico aristotélico, platónico y hermético? ¿Era Juana lesbiana o se veía obligada a adoptar formas masculinas para sintonizar mejor con un mundo dominado por hombres? 


De todos los ensayos que he leído sobre estética e historia mexicana me parece que este ejercicio de Octavio Paz es uno de los más elaborados y acabados. Acaso uno de los primeros que plantea el conflicto y la tensión permanente entre las instituciones más representativas de la Nueva  España, a saber: la iglesia representada por el arzobispo de la Ciudad de México, la corte por el Virrey, la universidad por el rector y la temida Real Audiencia por el visitador español en nombre de Rey. Pero además de la tensión entre las instituciones Octavio Paz hace un análisis detallado de la tensión constante entre las diversas clases sociales vigentes en el México colonial. 


¿Un resabio del Octavio Paz que aún pesaba al interior de la teoría marxista? ¿Algún día dejó de ser Paz nuestro marxista más ilustrado?


Jimy Cruz.


[Paz, Octavio, “Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe” FCE, México, 1982]

Saturday, February 20, 2021

Tendencia Cíclica de la Economía Mexicana

 Tendencia cíclica de la economía mexicana con indicadores coincidentes y adelantados. En 2020 el índice cayó a niveles de 1998 pero rebotó rápidamente. ¿Qué significa esto y por qué es tan positivo? 

- Las series incorporan información de diversos mercados que permiten anticipar la posible trayectoria de la economía nacional. 

- El indicador coincidente incorpora el PIB trimestral, la actividad industrial, los asegurados del IMSS, las ventas al menudeo y la tasa de desocupación. 

- El indicador adelantado incorpora información financiera y del sector real como el tipo de cambio, el precio del petróleo, el índice de la Bolsa, horas trabajadas en la manufactura, la TIIE y el volumen de producción de la construcción. 

- El rápido rebote del índice (forma de V) en 2020 refleja que esta es una crisis muy diferente pues no se debió a un problema de deuda o devaluación sino al confinamiento. 

- Esta resiliencia debería ser aprovechada por el Gobierno para implementar incentivos fiscales en 2021 para salir más rápido y recuperar los niveles de producción, consumo y empleo en menor tiempo.

- Una política monetaria expansiva como seguir disminuyendo la tasa de fondeo y otorgar más recursos para la banca podría ayudar también a acelerar la salida de la recesión. 

- También abre una enorme oportunidad para los empresarios grandes, medianos y pequeños debido a que tocamos fondo en el segundo y tercer trimestre de 2020 así que lo que siguen son enormes oportunidades para obtener rendimientos crecientes para aquellos que se arriesguen a invertir.

- Para las familias se abre la oportunidad de salir fortalecidos tanto en el empleo como en el auto-empleo, capacitarnos más y aprender a cuidar nuestra salud de forma permanente.

Thursday, February 18, 2021

La Electricidad y los Mercados.

¿Por qué 4.7 millones de personas en el norte de México se quedaron sin electricidad? Por un tema de mercado. Ante el bajón en las temperaturas en Texas, los texanos y luisianos decidieron encender sus calefactores, lo cual provocó un incremento en la demanda de electricidad que a su vez provocó un incremento en los precios del gas natural de hasta 5,000% al pasar este de $3 USD a más de $200 USD por unidad de volumen. 


Ante esto la empresa productiva del Estado, la CFE decide, cómo muchas empresas privadas en EU, no comprar gas a esos precios. No es que “nos cerraron la llave del gas” o que los “ductos están congelados.” México tiene 24 interconexiones de gasoductos con EU que proveen gas natural a precios más competitivos que el nacional. Esto es una decisión racional que ahorra costos en el suministro y por lo tanto en el recibo mensual que pagamos los mexicanos por la electricidad. 


¿Qué hizo la CFE? Actuar lo más rápido posible y enviar gas a las centrales en Chihuahua y Nuevo León, pero esto es temporal y podría implicar el desabasto de gas  en otras regiones del país y por lo tanto apagones intermitentes como ya anunció la CFE.


Así que a sacar los sarapes para calentarnos en caso de que esto continúe porque los mercados no son morales y a ellos no les importa si nos morimos de frío. 


Jimy Cruz.

Sunday, February 14, 2021

La Conquista de la Felicidad


Es realmente extraño encontrar personajes tan ricos como Bertrand Russel. Matemático, filósofo analítico, lógico, escritor que ganó el premio Nobel de literatura y además fue un gran activista social. Tuvo una vida extensa, vivió de 1872 a 1970 y al parecer fue amante de los matrimonios ya que se casó en cuatro ocasiones. Lo menos relevante es su alta alcurnia, aunque quizá de ahí rescataría que no importa dónde o en qué status hayas nacido, el hombre es producto de su propia voluntad. Es decir, nos hacemos constantemente a nosotros mismos. Tuvo una vida tan extensa como intensa y sus libros de historia de la filosofía deberían de ser lectura obligada para todo profesional que pise un campus preparatorio y/o universitario. 


Hay muchos pasajes de este libro que me cautivaron, solo cito un par: ‘Un hombre puede sentirse tan completamente frustrado que no busca ningún tipo de satisfacción, solo distracción y olvido. Se convierte entonces en un devoto del <placer>. Es decir, pretende hacer soportable la vida volviéndose menos vivo. La embriaguez por ejemplo, es un suicidio temporal; la felicidad que aporta es puramente negativa, un cese momentáneo de la infelicidad’ (fin de la cita). 


Russel, afirma también en otra parte del libro que en efecto, sería ideal trabajar por una sociedad más justa y pugnar por una mejor distribución de la riqueza, pero al mismo tiempo concluye ese pasaje preguntándose y afirmando: ¿De qué serviría hacer a todos los hombres ricos si los ricos también son desgraciados? 


Hubiera querido escribir una mejor reseña de este libro, pero ante tal imposibilidad citaré aquí textualmente el prólogo que ha escrito Fernando Savater para la edición en español y misma que ha intitulado: “Una lección de sentido común.”


[Russel, Bertrand, “La conquista de la felicidad” Debolsillo, México, 2018]


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Una lección de sentido común. 


No sé —nadie puede saber, creo yo—si en el siglo XX la gente ha sido más feliz o menos que en otras épocas. No hay estadísticas fiables de la dicha (v. gr.: ¿nos hace más felices la televisión o el fax?) y aunque los mucho mejor acreditados índices del infortunio —guerras con armas de exterminio masivo contra la población civil, matanzas raciales, campos de concentración, totalitarismo policial, etc.—resultan francamente adversos, no me atrevería a sacar una conclusión de alcance general. Se dice que el siglo ha sido cruel, pero repasando la historia no encontramos ninguno decididamente tierno. Parafraseando a Tolstói (quien a su vez quizá se inspiró en una observación de Hegel) deberíamos atrevernos a afirmar que los siglos felices no pertenecen a la historia pero que cada una de las centurias desdichadas que conocemos ha tenido su propia forma de infelicidad... Lo que sí podemos asegurar es que los grandes pensadores de los últimos cien años no han destacado precisamente por su visión optimista de la vida. Tanto el nazi Heidegger como el gauchiste Sartre compartían un ideario existencial marcado por la angustia, cuando no por el agobio: el hombre es un ser-para-la-muerte, una pasión inútil. La noción de felicidad les parecía —a ellos y a tantos otros—un término trivial, tramposo, inasible. Querer ser feliz es uno de tantos espejismos propios de la sociedad de consumo, un tópico ingenuo de canción ligera, el rasgo complaciente que degrada el final de muchas películas americanas, en una palabra: una auténtica horterada. Y solo hay algo más hortera o más vacuo que querer llegar a ser feliz: dar consejos sobre cómo conseguirlo. Cuanto más desengañado de la felicidad se encuentre un filósofo contemporáneo, más podrá presumir de perspicacia: la energía que ponga en desanimar a los ingenuos cuando acudan a él pidiendo indicaciones sobre cómo disfrutar de la vida servirá para establecer ante los doctos su calibre intelectual. Y sin embargo ¿acaso no es la pregunta acerca de cómo vivir mejor la primera y última de la filosofía, la única que en su inexactitud y en su ilusión nunca podrá reducirse a una teoría estrictamente científica?


El modernísimo Nietzsche aseguró en su Genealogía de la moral que lo de querer a toda costa ser felices es dolencia que solo aqueja a unos cuantos pensadores ingleses. Se refería probablemente, entre otros, a John Stuart Mill, quien fue precisamente el padrino de Bertrand Russell. Y hace falta sin duda ser heredero de todo el sabio candor y el desenfado pragmático anglosajón para escribir tranquilamente como Russell sobre la conquista de la felicidad, esa plaza que según algunos no merece la pena intentar asaltar y según los más ni siquiera existe. Claro que esta empresa tan ambiciosa debe comenzar paradójicamente por un acto de humildad y es más, por un acto de humildad que contradice frente a frente una de las actitudes espirituales más comunes en nuestra época, la de considerar la desventura interesante en grado sumo. Como dice Russell, «las personas que son desdichadas, como las que duermen mal, siempre se enorgullecen de ello». Este es el primer obstáculo a vencer si uno pretende intentar ser feliz, dejar de intentar a toda costa ser «interesante». Por supuesto, Russell no ignora que muchas de las causas que pueden acarrear nuestra desdicha escapan a nuestro control individual: guerras, enfermedades, accidentes, situaciones inicuas de explotación económica, tiranías... En otros de sus libros se ocupó de las que son menos azarosas y de los caminos a veces revolucionarios que han de seguir las sociedades para librarse de tales amenazas. La principal de sus propuestas pacifistas, constituir una especie de Estado Mundial que impidiese las guerras entre naciones y procurase el bien común de la humanidad, sigue siendo la gran asignatura pendiente de la política en los albores del siglo XXI. Pero en este libro se dirige a un público diferente. Supone un lector con razonable buena salud, con un trabajo no esclavizador que le permite ganarse la vida sin atroces agobios, que vive en un país donde está vigente un régimen político democrático y a quien no afecta personalmente ningún accidente fatal. Es decir, aquí Russell escribe para privilegiados que no luchan por su mera supervivencia, que disfrutan de una existencia soportable pero que quisieran que fuese realmente satisfactoria... o para aquellos, aún más frecuentes, empeñados en hacerse insoportable a sí mismos una vida que objetivamente no tendría por qué serlo. Como la obra fue escrita en el período de entreguerras, a comienzos de los años treinta (la época en que Bertrand Russell gozaba de su máxima influencia como pensador social pero todavía sulfurosa y teñida de escándalo pues aún no se había convertido en el venerado patriarca del inconformismo inconformismo que luego llegó a ser), los «hombres modernos» a los que se dirige somos y no somos ya nosotros. En ciertos aspectos ese mundo es como el nuestro y hasta encontramos perspicaces profecías, por ejemplo, referidas a la natalidad en Occidente: «Dentro de pocos años, las naciones occidentales en conjunto verán disminuir sus poblaciones, a menos que las repongan con inmigrantes de zonas menos civilizadas». Pero ni siquiera alguien tan clarividente como Russell, preocupado como estaba por la condición de la mujer, es capaz de calibrar del todo el vuelco familiar y laboral que habría de suponer la emancipación femenina ya en curso; ni tampoco puede medir el papel que los audiovisuales comercializados debían llegar a desempeñar pocos años después, lo cual le permite afirmaciones que a un español de hoy le resultan dolorosamente anticuadas: «El que disfruta con la lectura es aún más superior que el que no, porque hay más oportunidades de leer que de ver fútbol». En algunos pasajes me parece que es pudorosamente autobiográfico, como cuando en el capítulo «Cariño» retrata al niño carente de calidez paternal (él se quedó huérfano de padre y madre muy pronto, siendo criado por su rigorista abuela) que busca crearse intelectualmente un mundo seguro de certezas filosóficas que le ampare ante la vorágine inmisericorde de la realidad... Aunque Russell es un crítico exigente de la sociedad industrial contemporánea, en modo alguno consiente en idealizar supuestos paraísos rurales y artesanos del ayer. A diferencia de esos denostadores de la «trivialidad» de las diversiones audiovisuales modernas —los cuales parecen suponer que antes de inventarse la televisión todo el mundo pasaba su tiempo leyendo a Shakespeare, reflexionando sobre Platón o interpretando a Mozart—Russell subraya el enorme tedio que debía de planear sobre las sociedades anteriores al maquinismo y sus entretenimientos. En realidad, el aburrimiento siempre ha sido la verdadera maldición de la humanidad, de la que provienen la mayor parte de nuestras fechorías. Las sociedades preindustriales agrícolas debían de ser inmensamente tediosas (Russell insinúa, a mi juicio con poco fundamento, que los miembros masculinos de las tribus de cazadores lo pasaban bastante bien) pero gracias a la superstición religiosa rentabilizaban mejor el aburrimiento. En cambio hoy «nos aburrimos menos que nuestros antepasados, pero tenemos más miedo de aburrir-nos». Y ese es en efecto nuestro problema: no hay nada más desesperadamente aburrido que el temor constante a aburrirse, la obligación de hallar diversiones externas.


Salvo un puñado de personas creativas —sobre todo científicos, artistas y gente humanitaria que convierte la compasión en tarea absorbente—al resto de la humanidad no le queda más remedio que fastidiar al prójimo, morirse de fastidio... o comprar algo. En fin, esperemos que internet alivie un poco los peores efectos de nuestra trágica condición. Nunca ha estado del todo claro si el secreto de la felicidad consiste en no ser completamente imbécil o en serlo. Como casi todos los ilustrados occidentales (en Oriente se da mayor diversidad de opiniones al respecto), Bertrand Russell opta decididamente por la primera alternativa. Para ser razonablemente feliz hay que pensar de modo adecuado, no dejar completamente de pensar; hay que actuar correcta, inventiva y si es posible desinteresadamente, no dejar del todo de actuar, etc. Bueno, no le falta del todo razón: probablemente usted y yo, lector, podamos sacar más provecho de sus indicaciones llenas de sentido común que de las de algún místico renunciativo inspirado por Lao Tse o Buda (incluso si es un budismo more californiano a lo Richard Gere). Algunas desventuras podremos evitar atendiendo sus consejos, sin necesidad de cambiar demasiado radicalmente nuestro modo de vida. En cuanto a conquistar la felicidad, la felicidad propiamente dicha... sobre eso yo no me haría demasiadas ilusiones.


 Fernando Savater. 


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