Monday, June 8, 2020

Sopa de Letras


Es un hecho tan inusitado como inevitable que la crisis económica de 2020 golpeará a más de ciento setenta países en el mundo, también que será la debacle más profunda en casi un siglo, pero ésta crisis es muy diferente a las anteriores tanto en su origen como en la forma de su recuperación. A diferencia de las crisis que nos azotaron en el pasado, particularmente en la década de los ochenta, 1995 y 2009, cuya naturaleza se debió a un ajuste drástico precedido por periodos prolongados de crecimiento, deuda y especulación financiera, la de 2020 es una crisis inducida por el confinamiento derivado de la pandemia. En éste sentido podríamos decir que las crisis anteriores fueron del sistema o de origen interno, mientras que la actual deriva de un choque externo que surgió en el ámbito de la biología.  De ahí que al COVID-19 se le denomine el gran cisne negro de nuestro tiempo, no sólo por la rareza y magnitud sino por lo imprevisto e incuantificable del suceso.

Estamos viendo entonces en 2020 una crisis derivada de la expectativa que se forman los agentes económicos, a saber las empresas, familias y Gobierno, sobre la abrupta caída en la demanda agregada global. Ello explica en parte la turbulencia que hemos observado desde febrero pasado en los mercados financieros, de monedas  y en los commodities por el fligth to quality que es la estampida de los inversionistas desde países emergentes hacia activos más seguros en mercados desarrollados. Tanto las acciones y bonos de las empresas, como las divisas y los productos estandarizados se comportan de una forma tan elemental como el mercado de los tomates. A mayor demanda de un producto, sube su precio y a menor demanda el precio baja. Por ello el petróleo cayó en abril a niveles históricos pero el dólar se apreció, lo que se tradujo en la devaluación de otras divisas, entre ellas el peso mexicano y casi todas las monedas de los mercados emergentes.

Dada entonces la expectativa de que el producto interno bruto caerá éste año en el mundo alrededor de 3%, en América Latina más de 5% y en el caso particular de México más de 7% ahora algunos economistas se preguntan cómo y cuándo llegará la recuperación. El consenso general apunta a que el trimestre de abril a junio de 2020 será el de mayor caída en la historia de la economía moderna, por lo que cualquier caída menor después de julio será entendida como una “recuperación” y aquí es justamente donde empieza a cocinarse la sopa de letras. 

Algunos estiman que la recuperación será en forma de “V” lo que nos llevaría a creer que después de la caída abrupta y acelerada seguiría un rebote de la economía en el mismo sentido y velocidad. Hoy la mayoría de los economistas tenderían a pensar que ese escenario es cada vez más remoto dada la profundidad de la recesión y el consecuente choque en los agentes económicos. Por ello ha surgido la idea de que la recuperación tendrá forma de “U” lo que implicaría que después de la caída vamos a permanecer varios trimestres en recesión antes de que la curva de crecimiento vuelva a tomar una forma ascendente.

El gran problema de la U es que con independencia de lo prolongada que pueda ser la recesión muchos ecónomos dudan que la recuperación sea tan rápida y acelerada como la curva ascendente que la sucede.  Es por lo anterior que algunos expertos parecen sugerir que la recuperación tendrá forma de paloma  como aquellas que utilizan los maestros para calificar las tareas. Los argumentos que ayudan a fortalecer la tesis de que la recuperación será un poco más lenta pero sostenida se fundan en el hecho de que pasará algún tiempo antes de que los agentes económicos se adapten a la nueva realidad, los consumidores vuelvan a tener confianza en el sistema de generación de valor y que pase el riesgo biológico que implica el hecho de volver a salir a las calles de nuestras ciudades, viajar a otros países o trasladarnos nuevamente a otras regiones del mundo.

Hay quienes han aventurado formas más complicadas para salir de la crisis como una “W” lo cual sucedería si tenemos una caída y una recuperación aceleradas sucedida por otra caída y recuperación de la misma magnitud. Dicho escenario podría verificarse en caso de un rebrote después de que se haya abierto y recuperado la economía, lo que en la práctica implicaría tener dos crisis seguidas de magnitud impredecible. Finalmente, hay quienes han llegado a proponer un escenario de “doble U” lo cual anticiparía dos caídas y dos recuperaciones juntas pero más prolongadas en el tiempo. Sin lugar a dudas este sería el escenario más catastrófico.

Cualquiera que sea la forma de la recuperación económica todo parece indicar que pasaremos de una sociedad del riesgo a otra más orientada por el miedo. Ha dicho Nassim Taleb, autor de la famosa teoría del cisne negro, que la economía forma parte de esas disciplinas en las que con el paso del tiempo se es cada vez menos experto, por lo tanto, quizá sea más prudente seguir jugando a cocinar una sencilla sopa de letras antes que aventurar un pronóstico certero.


Autor: Jimy Cruz Camacho. 

Economista. Es consultor de empresas y de Gobierno.

Guadalajara Jalisco a 16 de junio de 2020




Monday, April 20, 2020

El Águila y el Dromedario

Dos gráficas ayudan a entender lo que pasó con el precio de petróleo éste lunes negro. En la primera se ve el desplome histórico de la demanda de petróleo, sin un ajuste equivalente en la oferta. En la segunda el monto inusitado de los inventarios que saturó la capacidad de almacenaje, explicó José Antonio Meade, quien fue Secretario de Hacienda de México.

Lo anterior quiere decir que prácticamente no se venderán barriles de petróleo en mayo y junio ya que los contratos son a futuro. Si las petroleras deciden no cerrar contratos, ese precio irá rebotando poco a poco. Por lo tanto es, hasta cierto punto, un precio teórico.

Aquellos que compraron futuros, por ejemplo hace un año,  con entrega a 360 días a $50 USD por barril, que era lo razonable en ese momento, hoy están perdiendo millones de dólares por el precio en el mercado de referencia.  Así que empresas ligadas a la cadena de suministro del petróleo (casi todas) seguirán borrando dinero y con ello generado menos utilidades, menos inversión y menos empleo. Se anticipa así un panorama aún más difícil para el mundo empresarial, pero también para las familias y los gobiernos.

Para las petroleras de Latinoamerica, las finanzas públicas y los habitantes de la región estas son muy malas noticias porque las paraestatales son en varios casos el contribuyente más grande del país, destacando los casos de México, Colombia, Venezuela y Ecuador. Entonces si ya teníamos un presupuesto limitado, ahora no sólo las empresas del Estado sino los gobiernos y con ello el presupuesto estarán bajo un elevado estrés  financiero. Habrá menos dinero para el gasto y la inversión de gobierno, por lo que éste tendrá que buscarse con mayor recaudación o con mayor deuda o con ambas. Otra alternativa nada prometedora es que los gobiernos tengan que reducir el gasto.

Al parecer Arabia Saudita no solo acaparó los mercados asiáticos donde México vendía 400 mil barriles en los ultimos dias, ahora también, le venderá petróleo a Estados Unidos en desplazamiento del crudo mexicano. La estrategia de Arabia es echar a Mexico del mercado como en 1982, dijo hoy Liebano Saenz. Si esa teoría es cierta, el daño colateral será para todo el petróleo de la región.

Lo que está sucediendo es que el mercado (y los árabes en particular) percibieron que los almacenes de petróleo están a tope. Por lo tanto ya no hay donde almacenarlo, con esa situación sale más barato pagar porque se lo lleven para continuar la producción. Esa es la lectura del precio negativo. La lección,  es muy riesgoso meterse con los árabes. Recientemente México se negó a reducir su producción en 400 mil barriles y sólo aportó una reducción de 100 mil barriles diarios. Tocaría ahora negociar con los árabes pero en serio. ¿Cuánto puede durar está guerra de precios? Cuando estás hablando de los poseedores de - literalmente - casi todo el petróleo del planeta, mucho tiempo.

¿Qué opciones tenemos? Una de ellas sería parar la producción, lo cual es muy difícil ya que en nuestro contexto se convierte en una decisión de oferta, que conlleva muchas otras decisiones implícitas, entre otras de política fiscal, laboral, contractual, económica, financiera, de riesgos, de seguridad y soberanía nacional, de deuda, decisiones del ámbito político y hasta del ideológico.

En el caso concreto de México algunos dicen que tenemos coberturas que nos protegen contra la caída del precio del petróleo. Eso es un misterio. No es información pública pero se especula que la cobertura abarca un porcentaje muy bajo de la producción que rondaría entre 12 y 15%.

Por otro lado, la caída en el precio del petróleo podría ser favorable para los países importadores, Costa Rica entre ellos. ¿Los países petroleros de la región deberían refinar más? Hoy es mejor que no refinemos todo nuestro petróleo porque tendríamos pérdidas mayores. Cuando el petróleo está en el basurero, toda la cadena de suministro que le sigue también lo estará.

Jimy Cruz
Guadalajara, Jalisco a 20 de abril de 2020.


Monday, April 6, 2020

El Graznido del Cuervo


Jimy Cruz*

Cuatro bloques necesitamos para entender la producción, el indicador estrella de toda economía. Tres serían la inversión, el consumo y el balance de las exportaciones menos las importaciones. Las familias consumen, las empresas invierten y comercian con el exterior. El cuarto bloque es el Estado que cobra impuestos a empresas y familias, tanto por sus utilidades como por el consumo. Lo recaudado, más cierta deuda, se traduce en gasto corriente e inversión - escuelas, hospitales, carreteras – y para ejercer el monopolio de la violencia, atributo exclusivo del Estado. 

Ahora imaginemos al sistema como una carreta. Los caballos son el consumo y la inversión, el cochero las familias. Sentados en el interior van el Estado y los grandes dueños del capital. La carreta avanza mientras los capitalistas pagan sueldos a las familias. Los caballos se alimentan de los tres agentes, el cochero, el Estado y los empresarios puesto que todos consumen o invierten, elementos que explican la dinámica del sistema. El consumo representa al trabajo y la inversión al capital según la dialéctica propuesta por Karl Marx.

Un gran hoyo en el camino es, según la analogía utilizada, la gran crisis que hoy tenemos frente a nosotros. No se puede culpar de ella al Gobierno, ni al capital y mucho menos a las familias. Karl Marx y Henry Thoreau nos podrían ayudar a entender la situación. El cochero vive concentrado en su trabajo, conducir la carreta y alimentar a los caballos es su labor. Su afán, recibir el dinero con la frecuencia necesaria para mantener a su familia. Mientras avanza escucha el graznido de los cuervos, el canto le proporciona alivio, por momentos olvida lo desdichada que es su existencia en una carreta que no es de su propiedad y que no sabe a dónde se dirige.

Al atardecer cuando en el horizonte se vislumbran los últimos rayos del sol y se anticipa la oscuridad de la noche, llegan aún más cuervos. El sonido de estos le parece tan revitalizador que sueña con un amanecer donde ya no tendrá que trabajar ni sufrir. Un paraíso lleno de felicidad y plenitud. Le aconsejan entregar abnegadamente  su trabajo al capitalista. En el pasado ha querido revelarse pero lo someten las órdenes del Gobierno, quien además le extrae un porcentaje de sus ingresos. Lo aborrece pero hace mucho tiempo firmó un contrato que lo obliga a obedecer en nombre del bien común. También le teme pues el Estado no dudará en utilizar la fuerza para someterlo.

Ante el gran hueco en el camino, el capitalista le exige al Gobierno que acuda en su rescate, hay que repararlo de inmediato, es imperativo pues la carreta debe avanzar. El Gobierno no cuenta con recursos suficientes para hacerlo, los impuestos son limitados y le recuerda que en los últimos años tuvo que adelgazar por las severas dietas impuestas, esas que han llamado políticas de estabilización fiscal. Después de un breve jaloneo, capitalistas y Estado, quienes tradicionalmente se han puesto de acuerdo, estipulan que éste utilice los impuestos más cierta deuda para reparar el camino y de ser necesario sea el cochero quien descienda y mueva la carreta. 

En sueños el cochero escucha el canto de otro cuervo. Este un poco más pragmático, revélate le dice. No pagues tus impuestos a un Estado que no procura tu interés. Tendrás que pagar la deuda para reparar el camino. Además no te has percatado, pero mientras avanza la carreta el único interés del Estado es someter nuevos territorios donde viven personas como tú, pero más pobres y necesitadas, débiles. Tú recibes un sueldo pero hay muchas personas que son propiedad de otras. Es la institución más aberrante en la naturaleza humana, se llama esclavitud y millones habitan en ella aún sin saberlo. Con tus impuestos pagas guerras injustas que propagan el régimen de explotación al  que tú mismo estás sometido.

Henry Thoreau, filósofo norteamericano del siglo XIX escribió un ensayo radical alentando la desobediencia civil y no pagar tributos al Estado opresor. Thoreau, se sorprendería al escuchar economistas que invocan políticas basadas en la Teoría General de la Ocupación, el Interés y el Dinero obra del inglés John M. Keynes para rescatar al sistema, toda vez que dicho gasto y deuda lo pagará el pueblo con más impuestos e inflación.

El Estado y los capitalistas contratan aves que con su trino desorientan y distraen al laborioso conductor. Son las redes sociales y los medios de comunicación. Temen que el cochero finalmente se entere que trabaja para beneficio del capitalista, paga impuestos a un Estado opresor al que además obedece ciegamente, vive profundamente concentrado en recibir su sueldo y encantado por los cuervos que le ofrecen consuelo y felicidad en un paraíso incierto. Temen a la verdad revelada por el filósofo de Tréveris, a saber, la alienación por el dinero, el Estado burgués y la religión.

Hoy ante la crisis el graznido de los cuervos es cada vez más fuerte  y confunde. Debemos ser precavidos. La carreta podría descarrilarse y acabar con el cochero, el Estado y los capitalistas. Pocas veces el sistema ha estado ante semejante riesgo.

Guadalajara Jalisco a 6 de abril de 2020.

*Jimy Cruz es economista por la Universidad Autónoma Metropolitana. Cuenta con estudios de valuación de negocios por la London School of Economics and Political Science y concluyó la Maestría en Filosofía por el ITESO Universidad Jesuita de Guadalajara. Se desempeña como asesor de empresas y de Gobierno. 

Saturday, March 28, 2020

El Gran Cisne Keynesiano


En el sistema capitalista el empresario toma riesgos y las familias también. La repentina aparición del coronavirus y su declaración como pandemia por la Organización Mundial de la  Salud, seguido de la caída en las Bolsas y el desplome del precio del petróleo, hechos que anticipan un descenso en la demanda agregada global; es un gran cisne negro, un evento impredecible e incuantificable como lo describió Nassim Nicholas Taleb en su libro del mismo nombre. Esta situación nos tomó por sorpresa tanto a analistas como a Gobiernos y empresas grandes, medianas o pequeñas en una escala verdaderamente global.

Hoy nos enfrentamos a una nueva realidad económica. El Gobierno, pregonan muchos economistas, debe instrumentar una política fiscal expansiva para fomentar el crecimiento con inflación controlada. Se anticipa así el retorno de una teoría y práctica económica inspirada en John M. Keynes, el economista británico que pensó cómo sacar al mundo después de la recesión de 1929.

Se propone que el Gobierno debe actuar como comprador de útima instancia sustituyendo así la demanda de aquellos bienes y servicios que hoy los agentes han dejado de adquirir, especialmente en sectores como el transporte y el turismo, entre otros, invertir en grandes obras de infraestructura pública, posponer el pago de impuestos, otorgar préstamos a sectores dañados por la pandemia, asegurar un ingreso universal a las familias y otra serie de medidas que se resumen en una política fiscal expansiva.

Todo lo anterior suena razonable en la teoría pero latinoamérica y todos los países en desarrollo tienen serias restricciones para hacerlo debido al estancamiento estructural en las finanzas públicas que limitan los recursos disponibles. Llevamos más de 20 años en la disciplina fiscal y los inversionistas globales así como los grandes grupos nacionales y multinacionales cosecharon los beneficios de la estabilidad macroeconómica. Como en economía no hay absolutamente nada gratis, un giro de timón en éste momento significa que el incremento en el gasto de Gobierno se tenga que pagar mañana con más impuestos o con inflación. En ambos casos el escenario podría ser poco alentador para las clases medias y bajas.

Es pertinente recordar que en México y muchos paises del subcontinente quedaron pendientes los cambios necesarios y urgentes en materia de recaudación, crecimiento interno, justicia tributaria y geoestrategia internacional. En México en tres sexenios del 2000 al 2018 perdimos peso, respeto y legitimidad internacional así como capacidad de maniobra en las negociaciones con las potencias globales. En comparación con nuestros competidores emergentes como Brasil, Rusia, India y China nos hemos quedado rezagados y sin posiblidad de crear y utilizar fondos suficientes en un Banco de Desarrollo alterno a instituciones como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial.

Resulta por ello sorprendente que los pregoneros del libre mercado hoy pidan la intervención inmediata del Gobierno en la economía. Las políticas neoliberales y de estabilización fiscal desmantelaron al Estado y la disciplina presupuestaria imperante le otorga un margen limitado al Gobierno para actuar con la rápidez que exigen circunstancias tan adversas. Resulta obvio que necesitamos una política fiscal activa capaz de implementar medidas anticíclicas, sería necedad no reconocerlo, pero dificilmente se podrá con el actual modelo económico mismo que por años toleró la evasión, la elusion y hasta la defraudación fiscal con la merma correspondiente al tesoro público.

Muchas naciones del continente lationoamericano no recaudan lo que deberían. Tan sólo en México hacen falta 16 puntos porcentuales del PIB para estar en el promedio de los países miembros de la Organización para la Coorperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Eso es una cantidad ingente de recursos que hoy lamentablemente no tenemos. 

El gasto de gobierno no genera riqueza. El capital, el trabajo, los recursos materiales y especialmente el conocimiento son los únicos generadores de valor en la economía actual y sólo tenemos abundancia relativa en algunos. En México y América Latina nuestra ventaja se concentra en el trabajo representado por mano de obra, materias primas como los metales y el petróleo. También somos privilegiados en destinos turísticos.

¿Que necesitamos para crecer? Bien nos haría combatir los monopolios públicos y privados que le restan competitividad y crecimiento a la economía. La OCDE calculó que sólo el monopolio de telefonía, celular e internet le representó una pérdida de bienestar a la economía mexicana entre 2005 y 2009 por $129,200 millones de dólares, es decir, 1.8% del PIB. Sería ideal migrar a una economía del conocimiento que fomente la ciencia y la tecnología. Siendo el trabajo nuestro recurso más abundante para crecer debemos incrementar constantemente la productividad con mayor capacitación, educación y salud. Deberíamos incentivar el consumo, la industrialización y el crecimiento interno, lo cual implica una revisión verdadera, no retórica, al modelo de Estado que aún nos rige. Finalmente es indispensable fortalecer al Estado para que imparta  justicia, regule y dismunuya los monopolios y procure tanto la vida como el bienenstar de sus habitantes, ideas que estaban en el centro del pensamiento de Adam Smith.

Resulta entonces paradójico que se pregone hoy con insistencia la socialización de las pérdidas y mañana, en la bonanza, la privatización de las ganancias. Como bien decía John Kennet Galbraith, cuando un economista habla, hay que ver quién le paga. Muchos de esos economistas que hoy pugnan con insistencia por el regreso del estatismo están en la nómina de los grandes potentados e inversionistas globales. Sus exigencias quedan bajo sospecha por imparciales y profundamente dogmáticas. 

Jimy Cruz Camacho. 
Guadalajara, Jalisco a 28 de marzo de 2020.