Sunday, March 4, 2018

Líneas en Torno a una Filosofía de la Economía


 Por Jimy Cruz.

En primer lugar habrá que decir que la economía es la disciplina que estudia las relaciones y las formas de generación de valor (invención, producción y la distribución de bienes y servicios) entre tres agentes económicos fundamentales que a su vez componen toda nuestra sociedad, a saber: las familias-individuos, las empresas y los gobiernos. Tres agentes económicos y sociales que en última instancia están conformadas por personas.

La economía puede ser abordada en tres vertientes fundamentales. En primer lugar como una disciplina entre las ciencias sociales más duras en tanto sus teorías han alcanzado un grado de desarrollo explicativo y predictivo de la conducta económica que quizá es el más exacto y avanzado dentro de las ramas de estudio social. Hoy en día la investigación en la rama de la economía ya no depende sólo de la teoría económica como tal, sino que se hace valer de otras disciplinas como las matemáticas (incluyendo el cálculo diferencial e integral así como la investigación de operaciones, etc.), la estadística, la econometría, la probabilidad, la historia, la teoría de juegos, el derecho o la teoría contractual, la teoría organizacional, las finanzas, los negocios  y recientemente  hasta de la psicología. En éste sentido, la ciencia económica (desde Adam Smith, pasando por David Ricardo y un largo etcétera) ha intentado explicar las interacciones de generación de valor entre familias-individuos, empresas y gobiernos (de manera conjunta, puntual o aislada) tratando de encontrar, establecer y postular las leyes que explican y predicen el comportamiento económico de dichos agentes. Por éste camino la economía como ciencia ha avanzado tanto que hoy por ejemplo muchas de sus teorías han alcanzado un grado tan sofisticado al intentar explicar ciertas facetas de las interacciones económicas (y también de predecir) que en muchos aspectos se compara con la Física. No obstante, desde un punto de vista epistemológico (o de filosofía de la ciencia) la economía es una disciplina que  aún le debe mucho a la humanidad, en tanto que aún con el apoyo de otras ciencias y con el alto grado de desarrollo que han alcanzado sus modelos (principalmente matemáticos) ha logrado explicar y predecir una parte aún muy reducida de la realidad económica actual, pasada y futura.  Tanto así que el grado de predicción de la economía sigue siendo muy limitado cuando no arrisgado.

Tengo la sospecha de que el valor que se otorga hoy en día a las teorías económicas es desproporcionado. En la antigua Grecia la verdad fue lógica y matemática, después en la edad romana la verdad fue legal, posteriormente en la edad media la verdad fue divina y a partir de la ilustración la verdad se volvió profundamente racional. Hoy por hoy, la economía ha absorbido totalmente  a la razón y la verdad se ha convertido en económica. Así los criterios de eficiencia, productividad, ganancia actual y futura y en última instancia el de utilidad prevalecen o tienen mayor peso en la evaluación o en la toma de absolutamente cualquier decisión de los agentes, por encima de criterios asociados con el bienestar (o el bien común), la felicidad, el desarrollo sustentable, la justicia, la ecología o incluso la ética y la preservación de la cultura y las costumbres. Es decir, en la lucha constante entre la utilidad y la buena vida, casi siempre gana la primera y cuando se pone en primer lugar la segunda, el costo (económico) es altísimo.

En segundo lugar la economía es también una práctica, es decir es una actividad en la que los hombres se ven envueltos desde que nacen hasta que mueren. En la realidad contemporánea no hay absolutamente ninguna actividad del hombre que no tenga una implicación o una repercusión económica. La economía como actividad y como práctica se da fundamentalmente en el “mercado” el cual puede ser  más o menos perfecto, en el sentido de estar más cercano a la competencia, al oligopolio o al monopolio. El mercado es a su vez la institución que alimenta y conserva a otra vieja institución de la actividad del hombre llamada propiedad privada.  Con esto me atrevo a sospechar que sólo hay dos cosas que con toda seguridad tendrá que hacer una persona al nacer, la primera es que tendrá que realizarse forzosamente en un “hombre-económico” y se verá forzado a intercambiar bienes y servicios en un mercado y la segunda es que morirá. Tarde o temprano ese hombre económico comprenderá que en el mercado tendrá un valor en tanto pueda acudir al mismo con algo que intercambiar, y sobretodo en el sistema económico predominante en la actualidad deberá saber que su actividad se reduce a intercambiar o su trabajo (tiempo), o sus recursos materiales, o su dinero (increíblemente el dinero también es una mercancía) o su conocimiento. Es justamente en ésta dinámica del mercado donde ese hombre-económico comprenderá también que para maximizar sus ingresos y sus utilidades deberá acudir al mismo con el egoísmo por delante. Es decir, procurará en primer lugar satisfacer sus necesidades a toda costa con el menor esfuerzo o inversión de recursos, antes que las necesidades de su entorno más inmediato, ya no digamos de la sociedad.

Por lo tanto, si ese hombre-económico es feliz o infeliz, si ama o no, si conoce verdaderamente o no lo que hace, si es justo o injusto o incluso si tiene consciencia o no de sus actos dentro del mercado, son aspectos que pasan totalmente inadvertidos. La razón por la que todas estas dimensiones del hombre-económico (y muchas más) pasan inadvertidas en el mercado, es precisamente porque no tienen (o en su caso no se les ha asignado)  un valor dentro del mercado mismo. Es precisamente aquí donde la economía como práctica conlleva profundos conflictos éticos. Es decir, los incentivos dentro de la práctica económica estarían más orientados a maximizar la generación de valor (trabajo, recursos materiales, dinero y conocimiento) que a procurar un desarrollo sustentable, garantizar la felicidad o procurar la justicia entre  los individuos. Es así que el mercado se ha convertido en el gran regulador no sólo del bienestar sino en el que otorga premios y castigos a cada individuo. Ese mercado es casi siempre anónimo e impersonal, donde lo único que importa son los  resultados, las utilidades, los balances y en última instancia la generación de valor en las personas, las familias y últimamente hasta en los gobiernos, como si éstos fueran empresas a las que deba evaluarse bajo una óptica de la administración empresarial. Con lo anterior, lo que prevalece es una institución destructora de la persona en tanto en el mercado todo se convierte en mercancía, todo lo engulle y por lo tanto todo lo destruye. Si todo es mercancía (es decir, todo se puede intercambiar) fuera del término mercancía no queda absolutamente nada. Es decir,  absolutamente todo: el conocimiento, el dinero, los recursos y el tiempo e incluso la persona misma (cuando no tiene otra alternativa) se vuelve mercancía.

La tercera vertiente en la cual puede ser estudiada la economía es  como “sistema de organización” o lo que corrientemente denominaré “sistema económico.” Con lo anterior trataré de explicar que toda teoría económica conlleva una práctica pero que esa práctica está englobada en un sistema que históricamente se ha caracterizado por ser un modelo o un modo de producción. Es decir, todo modelo de interacción económica entre los agentes arriba mencionados siempre ha estado enmarcado en un sistema político y social (me atrevería a decir que también cultural) que comúnmente hemos denominado como: primitivo, feudal, mercantilista, capitalista, socialista, comunista, burocracia centralizada o de “libre mercado” como muchos economistas pretenden denominar al modelo predominante en la actualidad. La economía entendida como sistema sigue también planteando numerosos problemas epistemológicos, éticos y metafísicos. ¿Se han podido entender y conocer realmente cada uno de dichos sistemas? ¿Se pueden entender en verdad los sistemas económicos desde las teorías que se han forjado precisamente dentro de dichos sistemas? ¿Qué fue primero, la teoría o el sistema? ¿Podemos decir hoy desde cualquier teoría o planteamiento que alguno de esos sistemas es mejor o más verdadero o más bueno que otro?¿Tenía el hombre forzosamente que partir de los sistemas económicos primitivos, pasar por los mercantiles y capitalistas y desembocar en las burocracias centralizadas o de supuesto libre mercado que nos rigen en la actualidad? Por cierto, la evidencia histórica (sobretodo la del siglo XX) nos demostró que los ejercicios comunistas que desembocaron en burocracias centralizadas (Rusia, Cuba etc.) fueron tan efectivos en destruir a la persona como las economías de mercado o sistemas capitalistas imperfectos que aún prevalecen. Estos sistemas (incluyendo los experimentos comunitarios) funcionan como destructores de la persona en tanto limitan, obstaculizan y disminuyen totalmente sus notas fundamentales, a saber: la voluntad, la inteligencia y la afectividad.

Quiero plantarme el estudio de la economía (entendida como ciencia, como práctica y como sistema en su conjunto) y sus conflictos y tensiones desde la epistemología, la ética y en ultima instancia desde la metafísica y tratar de entender si el hombre puede seguir siendo forzosamente un hombre realizado dentro del paradigma económico (que en todo caso lo destruye) o si definitivamente estamos listos para comenzar a plantear opciones de convivencia radicalmente distintos y fuera de ese paradigma, es decir, si podríamos transitar  a un nuevo paradigma que sea completamente no-económico y por lo tanto constructor y realizador de la persona ¿Cómo sería y cuál sería ese nuevo paradigma?. He aquí un gran reto para la filosofía.


Guadalajara, Jalisco a 6 de marzo de 2018.