¿En calidad de qué habló el ingeniero Slim? En calidad de nada. Simplemente en su papel de amo, dueño y señor de la voluntad de una buena parte de empresarios medianos y pequeños (comparados con él todos los empresarios mexicanos son pequeños) a los que cree representar (esos que se agolpan en el Consejo Mexican de Hombres de Negocio y en el Consejo Coordinador Empresarial), de algunos políticos que siempre han sido sus aliados, de sus miles y miles de empleados cuya inmensa mayoría gana un sueldo de supervivencia (es divertido hacer las cuentas de cómo sobreviven sus empleados con la ya famosa regla del sanbornomics), quizá también lo hizo en nombre de los beneficiarios de sus programas de ayuda (ostentoso fue el nombre de la Fundación Slim en la conferencia de prensa) a los que avienta unos cuantos centavos cuando su voluntad, la suya, la superior lo desea. Habló también en nombre del espíritu del capital y de los mercados, de proteger la inversión y los ahorros de los mexicanos. Es de hecho muy extraño que hasta ahora se hubiera mantenido en silencio. Dedicó una buena parte de su conferencia al proyecto ese que ya se vislumbra como un hervidero de corrupción: el llamado NAIM y en el cual su familia (yerno) y sus empresas tienen una participación importante. Lo anticipé: conociendo al ingeniero y su astucia selectiva cuando la necesita, fue suave y generoso con el candidato puntero al ni siquiera mencionar su nombre, pero también dio finalmente un manotazo sobre la mesa por primera vez y se decantó abiertamente contra la decisión de cancelar el NAIM. Argumentó que nos beneficia pero nunca dijo que ese aeropuerto requerirá mayor inversión en su mantenimiento que en su construcción porque ahí están sus empresas para engrandecer sus jugosos contratos con el Gobierno, tampoco hizo ninguna mención al grave impacto ecológico del proyecto. Carlos Slim es un empresario que no ha inventado ni un solo producto o servicio ni ha innovado en algún aspecto de la tecnología o del ámbito empresarial (a diferencia de sus pares en el Olimpo de los millonarios globales, mencionaría como ejemplo de lo contrario a Bill Gates, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Larry Ellison, Larry Page, Warren Buffet, Michael Bloomberg, la familia Walton e incluso Amancio Ortega y un larguísimo etcétera, quienes han hecho su fortuna aportando una gran cantidad de conocimiento e innovando en la economía capitalista). Por el contrario, el ingeniero es uno de esos expertos en el tráfico de influencias y sus empresas con sus prácticas monopolicas le hacen un grave daño al país, que pagamos todos los consumidores que nos vemos obligados a lidiar con sus servicios de pésima calidad a precios exorbitantes. La OCDE ha documentado que sus empresas le hacen un grave daño al crecimiento económico al disminuir la competitividad e inhibir la libre concurrencia no solo en los segmentos donde opera sino en toda la cadena de valor con las distorsiones que eso genera en la formación de precios en la economía y su consecuente impacto negativo en la distribución de los sueldos y los rendimientos del capital. ¿La conferencia de prensa lo mostró tal como es: mezquino y ambicioso? Casi toda su argumentación se presta para un análisis lógico que nos llevaría a concluir que su discurso está repleto de falacias del tipo: “A México le conviene lo que a mis empresas les conviene porque todo eso a mí me conviene.” O bien “Si se cancela el NAIM México no crecerá porque mis empresas no crecerán, aún cuando estas son causantes de un retroceso de varios puntos del PIB en la economía mexicana.” Parece que resultó más demagogo el mercader.
En fin, si un “think tank” y organismo extranjero como la OCDE ya lo advirtió debería estar en nuestras manos como mexicanos detener la ambición desmedida no porque la ambición en sí sea mala, sino por el alto impacto que la alta concentración y sus monopolios acarrean a la economía de todos los mexicanos. De paso dejaríamos de financiar la fortuna grotesca que dichas prácticas le generan a una sola persona. ¿Para cuando México, para cuando mexicanos?
Jimy Cruz Camacho es consultor y economista por la UAM-Iztapalapa, graduado del programa en “business analysis and valuation” por la “London School of Economics and Political Science” Cursa la Maestria en Filosofia y Ciencias Sociales por el ITESO